martes, 6 de marzo de 2007

Humanidades

Por el año 60 A. C. Marco Tulio Cicerón defendió en el senado romano al poeta griego Aulas Licinius Archias, avecindado en Roma y acusado de no pagar sus impuestos de extranjería. Cicerón pronunció en el senado su célebre discurso “Pro Archia Poeta” en el que arguyó que dada su calidad de artista, Archias aportaba mucho a la ciudad, y que se le debía eximir del pago de impuestos, lo que el senado aprobó. En un pasaje de su discurso, Cicerón entrega esta célebre alabanza de las artes o “humanidades” como hemos venido llamando a las obras del ocio: nos dice que “haec studia adulescentiam alunt, senectutem oblectant, secundas res ornant, adversis refugium ac solatium proebent, peregrinantur nobiscum, rusticantur – “estas ocupaciones alimentan la adolescencia y alegran la vejez, adornan las cosas benignas y nos proporcionan refugio y solaz en las adversas, caminan con nosotros, nos acompañan al acampo” ¿Si hiciéramos más “humanidades”? ¿Si hiciéramos de nuestras actividades “serviles” (las propias de quienes no trabajan para sí mismos) actividades ociosas?

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