miércoles, 7 de marzo de 2007

Trabajo ocioso y trabajo servil

Ocio y servidumbre son conceptos que nos vienen desde nuestras bases culturales: el ocio designa la actividad de los hombres libres y la servidumbre marca la de quienes carecen de libertad. Hoy ya no hay (legalmente) siervos ni esclavos: todos somos libres. Pero, ¿lo somos? El desarrollo industrial ha promovido el trabajo asalariado y una nueva forma de servidumbre no obligada pero muchas veces inevitable: la que nos ata a un trabajo que no nos gusta nada más que porque lo necesitamos para tener los medios que nos exige una vida como la que acostumbramos (y deseamos) tener hoy. Se nos vienen encima las estructuras: la oficina, la legislación laboral, los sistemas de previsión que nos amarran a un ingreso para cuando nos “retiremos” y podamos disfrutar de una libertad tardía… si nos lo permite el parkinson. Pero es ésta una situación que podemos revertir: hacer que nuestro trabajo no sea servil sino que ocioso: libre más allá de sus estructuras, gozoso más allá de sus obligaciones, humano. Todo está en un cambio mental que nos proporcione herramientas para modificar actitudes y situaciones que no son tan inmutables como parecen. Hagamos de nuestra vida una apología del trabajo ocioso.

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